Capítulo 117
Capítulo 0117
El corazón de Julio latía con gran fuerza cuando vio las abrasiones en las manos y las piernas de Silvia. La volvió de nuevo a subir al coche y ordenó al conductor que la llevara rápidamente al hospital.
Silvia estaba sentada en el coche, sintiendo una fuerte oleada de temor. Se dio cuenta de que había sido demasiado impulsiva. Tenía a Oscar y Juan, no podía permitirse correr esos riesgos.
Julio tenía el ceño totalmente fruncido: -¿Por qué estás tan enojada?
Silvia sentía un fuerte dolor en las manos y las piernas, pero no le respondió. El interior del coche volvió a sumirse en el completo silencio.
Julio detestaba cuando Silvia no hablaba. Recordaba que solía ser muy parlanchina, especialmente cuando era más joven, siempre hablaba sin parar a su lado. Pero ahora, a menudo se quedaba en completo silencio. Él estaba muy frustrado: - ¿Adónde planeabas ir?
-Solo quería bajarme y dar un paseo, no tenía ningún destino en mente.
Con los niños a cargo de él, ¿a dónde más podría ir ella?
El conductor detuvo el coche frente a la puerta del hospital, y Julio ayudó muy atento a Silvia a bajar de coche.
En la sala de consulta de cirugía.
Julio empujó la puerta y entró rápidamente.
-¿Por qué estás aquí, Julio? -sonó una voz familiar.
David, con bata blanca, estaba sentado en la consulta, ya no tan despreocupado como solía ser, mostraba un poco más de seriedad.
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Julio no le respondió: -¿Qué haces tú aquí?
David desvió involuntariamente la mirada directo hacia Silvia detrás de él, pero al instante la apartó.
-El anciano me obligó a venir a experimentar la vida aquí, así que
vine.
Nunca había tenido interés alguno en la medicina, pero su abuelo lo obligó a estudiar medicina, además de derecho y negocios internacionales. Ahora su abuelo quería que ganara más experiencia práctica, para poder así administrar mejor los negocios familiares en el futuro.
Si no fuera porque su abuelo le dijo que, si no venía aquí en cambio tenía que ir a la familia García para pedirle disculpas a la señorita García, ni siquiera habría venido. No sabía realmente qué le veía su
uelo a esa Viviana, y porque además tenía que casarse con ella. ero cada vez que pensaba en Viviana y en ese niño tan travieso, David tenía un fuerte dolor de cabeza.
Julio tampoco le preguntó más y le indicó a Silvia: -Trata sus heridas.
David, al escuchar las palabras, dirigió su mirada hacia Silvia y notó las abrasiones en sus brazos y piernas.
-Ven y siéntate aquí -dijo, adoptando una actitud muy profesional.
Silvia sabía que mientras Julio estuviera presente, David
probablemente actuaría con cierta reserva hacia ella y no le haría nada. Por lo tanto, se sentó y permitió que él examinara cuidadosamente sus heridas.Copyright by Nôv/elDrama.Org.
Después de una inspección cuidadosa, David se quitó los guantes desechables.
-No es nada grave, solo son heridas muy leves en la piel.
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Luego, pidió a una enfermera que trajera ungüento y, al recibirlo, se preparó para aplicárselo a Silvia. Pero Julio en ese instante intervino.
-Dámelodijo con un tono desagradable.
Al ver eso, David le respondió involuntariamente: -No hay ningún problema, yo puedo ayudarla.
La expresión de Julio se oscureció y estaba a punto de arrebatar el ungüento.
Viendo la vacilación entre los dos hombres, Silvia tomó con agilidad el ungüento directamente de las manos de David.
-Lo haré yo misma -declaró Silvia mientras tomaba un hisopo de algodón y comenzaba a tratar con delicadeza sus heridas.
La atmósfera en la habitación se volvió un tanto extraña.
avid se acercó a Julio y se colocó a su lado, entablando una conversación.
-Julio, ¿qué está pasando? -le preguntó.
Julio, apoyado en la pared con su figura esbelta e imponente mantuvo su mirada fija en Silvia sin apartarse: Es simplemente que alguien decidió arriesgar su vida y saltar del coche.
David se sintió muy tenso ante esas palabras, aunque no lo demostró
de inmediato, y siguió hablando con Julio.
-Hoy la empresa está celebrando su aniversario, ¿a qué horas piensas ir? -le preguntó David.
-Lo decidiré más tarde -respondió en ese momento Julio. Eran solo las dos de la tarde.
No sabía quién le había informado al
señor Nápoles de que Julio-estaba en
e hospital Tan pronto como el
En!!
anciano se enteró, ordenó The
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que lo invitaran a conversar. Antes de irse, Julio le recordó a Silvia: Espérame.
Una vez que Julio se fue y la
enfermera también se retiró, la sala
quedó solo con Silvia y David. The
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