Capítulo 314
Capítulo 314
Capítulo314
El ambiente se volvió instantáneamente tenso.
Clara se sorprendió cuando sus ojos oscuros e intensos encontraron con los de Alejandro. Con una
ceja fruncida, intento apartar su mirada.
Pol también estaba evidentemente sorprendido. Retiró ligeramente sus gafas con los dedos y,
después de observar con intensidad y timidez, se disculpó -1 lo siento, Clara, no sabía que estarías
aqui. No necesito la firma, mejor nos vamos.
-No importa, no me molesta-Clara sonrió indiferente, sin intención de irse debido a la presencia
de Alejandro, ¿Tenemos alguna ley en nuestro país que diga que debemos evitar a nuestros
exmaridos? realmente espero que puedas conseguir la firma y cumplir el pequeño deseo de tu
madre.
Los ojos de Pol se abrieron, mirándola profundamente y emocionado por dentro.
Pero la expresión de Alejandro se había vuelto oscura y sombría.
La distancia entre ellos no era mucha y la voz de Clara siempre tenía una penetración como una
gota de agua, así que escuchó cada palabra claramente. Durante todo el concierto, él se había
aguantado un gran dolor y malestar. Ahora, escucharla tan preocupada por la madre de Pol, no
pudo soportarlo más. Anhelaba desesperadamente llegar hasta Clara y preguntarle: ¿Tienes una
relación tan cercana con Pol?
Pero ¿qué tenía que ver él con todo esto? Incluso había pensado que podría ser humillado por ella.
Se habían divorciado, eso estaba claro. ¿Por qué su corazón seguía controlando su cuerpo, sus
nervios, sus pensamientos, y lo llevaba a querer ir hacia Clara?
De repente, la puerta se abrió.
-¡Alejandro! -una voz dulce y delicada como la de ruiseñor llenó la habitación, rompiendo el
silencio.
Alejandro ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar antes de que, en un abrir y cerrar de ojos, su alto y
rígido cuerpo fuera envuelto por un abrazo.
Jimena se aferró a él, frotando su rostro coqueto contra su pecho, -Alejandro, ¿viniste a ver mi actuación? ¿Querías darme una sorpresa?
La expresión de Alejandro cambió drásticamente, su cuerpo estaba rigido como una tabla. Su mirada no dejaba de observar la cara indiferente de Clara.
Rodrigo no se percató, en lo absoluto de que el comportamiento de su hermana pudiera parecer inapropiado. En sus ojos, ella solo estaba siendo cariñosa y juguetona con Alejandro, como en su
infancia, lo cual le parecía completamente normal.
Pero había olvidado que ya no tenía diez años. Jimena tenia ahora veintidós años y era una
encantadora joven. Ella y Alejandro no eran hermanos de sangre y su comportamiento actual era
claramente inapropiado.
Especialmente delante de Clara.
-Alejandro, mirame, ¡dame un beso! -exclamó Jimena, abrazando fuertemente la cintura de
Alejandro con sus brazos delicados. Levantó su pequeño rostro hacia él, haciendo una solicitud
atrevida y descarada. Su entusiasmo y audacia no se vieron afectados por la presencia de otras
personas en la sala.
Quizás, debido a la presencia de extraños, se volvió aún más desinhibida Quería que todo el
mundo supiera que tenía una relación con Alejandro para que otros la envidiaran.
Sin embargo, Alejandro permaneció inflexible, sin moverse ni darle ninguna respuesta a Jimena.
Desde que Clara apareció, su mirada se centró en ella.
Jimena era perceptiva y pronto se dio cuenta de que la atención de Alejandro no estaba en
absoluto en ella. Siguiendo la mirada del hombre, vio a Clara, quien estaba parada a cierta
distancia, irradiando una belleza que parecia divina.
No pudo evitar sentir un ataque de celos que encendió su corazón y sombrio su mirada. Las
mujeres hermosas nunca suelen apreciar a otras mujeres más hermosas que ellas.
-Jimena, ¿ya tienes a Alejandro y te olvidas de tu hermano mayor? – Rodrigo, incapaz de
entender la situación, se enfureció y expresó celos por su hermana. -Ven aquí, abrázame, ¡ven con
tu hermano!
-Tienes a tantas mujeres a tu alrededor, ve y abrázalas-respondió Jimena sonriendo mientras
alzaba la mano para acariciar la mejilla de Alejandro. -Pero a mi me gusta Alejandro, él es un
hombre guapo y varonil. Content © copyrighted by NôvelDrama.Org.
Alejandro frunció el ceño, y en ese instante y en ese momento retiro de su mano. -Jimena, detente. 1
Justo en ese momento, el hombre lo vio. Clara, con sus bellos ojos tal cuales dos hermosas perlas
negras, avanzaba con gracia hacia él. Su esbelta figura resaltaba en la distancia.
Alejandro perdió el aliento y su corazón latía tan rápido que parecía que fuese a desfallecer.